Aprender español para el examen, no para la vida: el problema de las especificaciones de GCSE

Aprender español para el examen, no para la vida: el problema de las especificaciones de GCSE

La rigidez de las especificaciones es un problema del que cualquier editor británico es consciente, aunque seguramente quienes más la sufren en la cadena de producción del libro son los autores. Cada año, los diferentes organismos que adjudican los títulos crean unas especificaciones que orientan a los profesores sobre los contenidos que deben enseñar y cómo se evaluará a los alumnos; con ello persiguen garantizar la coherencia entre los distintos centros y tribunales de examen.

¿De qué manera afecta esto a los libros de texto? Básicamente, los libros siguen al pie de la letra el rígido programa funcional y poco enfocado a la comunicación establecido en las especificaciones y solo se centran en la manera de aprobar los exámenes. No hay mucha cabida para la creatividad. El resultado de esta práctica es muchas veces un lenguaje poco natural, estereotipado, lleno de supuestas frases útiles que no siempre se ajustan al uso real de los hablantes. Sobre la necesidad imperiosa de que las especificaciones sean hechas por hablantes nativos con sensibilidad para la enseñanza de lenguas podría escribir mucho (y posiblemente lo haga). Sin embargo, ahora quisiera llamar la atención sobre un efecto muy grave que trasciende el marco gramatical o lingüístico, y es que las especificaciones provocan también una absoluta desconexión con la realidad.

Como sabemos, una lengua es una puerta a un mundo. Así de simple. Los hablantes de una lengua poseen una forma de entender las relaciones sociales, de vivir su pasado y de comprender lo que les rodea diferente a la de los hablantes de otra lengua. Aprender un idioma da acceso a todo ese conocimiento, así como a la realidad social de una comunidad. Los libros de GCSE basados en especificaciones ignoran todo esto y presentan una visión del mundo hispanohablante carente de diversidad. Soy consciente de que, irónicamente, reflejar la diversidad es uno de los objetivos de estas especificaciones (o al menos de los editores), y ponen mucho cuidado en ello; pero la diversidad real no es mencionar fuera de contexto la existencia de personas LGTBQ+ (no estoy diciendo que esto sea algo negativo, sino solo insuficiente), o mencionar diversos países y ciudades, de cuya realidad no se sabe (o no se quiere saber) nada.

En los libros de GSCE el mundo hispano se compone de fiestas, tradiciones y lugares emblemáticos, dentro de un marco en el que todas las personas llevan vidas de clase media, con vacaciones, escuelas funcionales y acceso a las tecnologías.

No creo que los estudiantes que se hayan limitado a utilizar los materiales del aula para aprobar sus exámenes sean capaces de mencionar ningún artista, científico o intelectual de habla española.

La cultura hispanohablante se presenta como una celebración exótica (muy positiva, eso sí), en la que no hay cabida para:

– Diferencias socioeconómicas.

– La realidad de los medios de comunicación.

– Tendencias políticas.

– Migración.

– Historia.

– Ciencia y pensamiento.

– Literatura.

– El mundo rural.

– El pasado colonial.

Y un largo etcétera. La consecuencia de todo ello es que los estudiantes son ignorantes respecto a la cultura cuya lengua aprenden, y esto dificulta que adquieran una competencia verdadera. Esta sensación de desconexión entre lengua y cultura genera una burbuja de aislamiento de la realidad, y convierte el español en un mero código lógico, una transcripción deshumanizada, un sistema sin alma. Invito desde aquí a los creadores de especificaciones a que se atrevan a conocer qué está ocurriendo realmente en los países de habla española, y qué cosas preocupan verdaderamente a sus ciudadanos. Esto haría que los estudiantes, incluso con un conocimiento defectuoso de la gramática, adquiriesen auténtica cultura y herramientas para navegar el mundo.

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